viernes, 7 de agosto de 2009

APRENDER A FRACASAR Y A CORRER RIESGOS.


Si queremos que nuestros hijos y nuestras hijas sientan la alegría del éxito en las tareas que emprendan, tenemos que alentarles a que aprendan a asumir el fracaso, que descubran que antes de hacerse realidad un objetivo, lo normal es que haya muchos intentos fallidos, hay pues que aprender a fracasar y, de hecho, a fracasar muchas veces, aunque sea doloroso.
Los fracasos nos enseñan qué obstáculos hemos de evitar. Aprendemos a través de la experiencia, y el fracaso de hoy nos puede ayudar a anticipar lo que puede sucedernos en el futuro.
Cada uno de nosotros como seres activos que somos emprendemos muchas tareas que a menudo no salen como queríamos, pueden no alcanzar la calidad esperada o incluso terminar en un fracaso. También con frecuencia acostumbramos a hacer valoraciones en función de los éxitos obtenidos lo que lleva a tener una autoestima baja si son frecuentes los fracasos. Además, generalmente, la gente que tiene miedo al fracaso, está bastante obsesionada por los logros y tinde a determinar su valor personal en función de los logros conseguidos.
Por ello, en el trato con nuestro hijos hemos de insistir en que los queremos por lo que son al margen de que fracasen o consigan grandes éxitos. Hemos de luchar contra la tendencia frecuente que tenemos a etiquetar a las personas, ignorando el valor intrínseco que tiene cada ser humano. Cuando se saben enmarcar las cosas en su justo contexto, se comprende que sólo se fracasa realmente cuando fracasa como persona.
Si enseñamos a nuestros hijos a perseguir los éxitos ignorando la satisfacción interior, estaremos enseñándoles a estar más pendientes de las opiniones de los demás que a encontrarse a gusto consigo mismo.
Por el contrario si enseñamos a nuestros hijos y nuestras hijas a perseguir la satisfacción interior, a tener fe en que serán capaces de afrontar las situaciones que se les presenten y a confiar en sí mismos, estaremos contribuyendo a que desarrollen una buena disposición para correr riesgos en lugar de temerlos, y a que generen una seguridad basada en la satisfacción interior más resistente a los sentimientos de abatimiento y desesperación
Correr riesgos no tiene porqué suponer una cuestión de vida o muerte. Correr riesgos significa seguir los propios impulsos interiores y no limitarse a ser como todos ni hacer en principio lo que dicen los demás. Ello implica:
< Desarrollar nuestros propios proyectos con tenacidad y perseverancia hasta llevarlos a término, evitando la vía del menor esfuerzo.
< Defender las cosas en las que uno cree, en vez de sentir temor a que se rían de uno.
< Procurar evitar todos los rótulos o etiquetas tanto para nosotros mismos como para nuestros hijos.
< Apoyar positivamente todos los proyectos y objetivos de nuestros hijos No desanimarlos aunque nos parezcan imposibles. Lo peor que podría pasar es que tuvieran que replantearse sus objetivos al encontrarse con dificultades.
< Animarles a probar tareas que quizá parezcan difíciles sin tener miedo de lo que pensarán los que estén a su lado y que frecuentemente intentarán desanimarlos diciéndoles que para qué complicarse la vida.
< Elogiarles por intentar cosas difíciles, al margen del resultado.
< Enseñarles con el ejemplo, mostrando disposición a intentar tareas difíciles en la vida sin retraerse o acobardarse ante situaciones complicadas.
< Ayudarles a estructurar una mente abierta, amplia, en la que tengan cabida diferentes perspectivas y puntos de vista.
< Inculcar valores interiores como la voluntad, la confianza en uno mismo, la fe en las propias capacidades etc.
< Mostrarles que los errores constituyen una fuente de aprendizaje De hecho, la experiencia no está en las cosas que nos han sucedido, sino en cómo las hemos afrontado.
< Reconocer los errores y aceptar serenamente el error sin venirse abajo haciendo frente al abatimiento o al enfado. El mayor de los fracasos suele ser dejar de hacer las cosas por miedo a fracasar.

Texto adaptado de:
Aprender a fracasar y a correr riesgos/www.cnice.mecd.es/recursos2/e_padres/html/aprender_fracasar.htm

2 comentarios:

  1. Estoy totalmente de acuerdo con este texto. Me parece muy importante el tema que elegiste para tu blog. ¡Cuántas cosas podríamos cambiar y mejorar educando en valores!.Felicitaciones!!!
    María Eugenia

    ResponderEliminar
  2. Hay personas que no están preparadas para afrontar los fracasos, y otras(quizás menos)tampoco para asumir los éxitos. Ayudar a las jóvenes generaciones a perder los miedos,a fortalecer la autoestima; a cultivar la humildad ante los éxitos y la templanza en las adversidades; a experimentar la resiliencia (un concepto tan de moda en los últimos años) es una tarea ardua para padres, familiares y docentes. Pero vale la pena el esfuerzo.
    Muy buena la iniciativa de tratar temáticas vinculadas con los valores en tu blog. ¡Felicitaciones, Marcela!

    ResponderEliminar